El viacrucis: la comitiva por los pasos.
La algarabía y el revuelo cunden entre los monaguillos. Constituye una referencia singular dentro de la Cuaresma. La celebración del Viacrucis. Una representación de los 14 pasos que la tradición católica referencia a las fases que siguió Jesucristo en el proceso de su muerte en la Cruz. Va Ilustrado cada momento por cuadros que cuelgan a lo largo de las paredes del interior de la Iglesia y rellenan, en su conjunto, el trayecto rectangular del templo. El cura al frente, y tras él, tres monaguillos. El del centro porta una cruz y los otros dos acompañan la comitiva con sendos velones y sin otra función aparente que ser miembros del cortejo. Irán deteniéndose en todas las estaciones, que representan los momentos cruciales en la evolución del proceso hacia El Gólgota. Y en cada una, el sacerdote lee el relato que corresponde a esa escena. La feligresía va entonando canciones alusivas al argumento de cada estación, alargando las frases de modo lúgubre, como si le costara arrastrarlas hasta el final de la melodía.
A medida que la procesión avanza, los congregados van girando, desde su posición estática en los bancos en los que se encuentra ubicados, de modo que se sitúan en posición frontal respecto a la comitiva en todo momento. Para los monaguillos es un momento privilegiado para mirar y admirar a las chicas cuando están frente a ellas, sobre todo cuando paran en cada estación. Ahora no pueden escapar como ocurre cuando las persiguen por el pueblo.
Para Celemín es excitante poder mirar a la cara, desde esa posición de privilegio, a esa adolescente por la que últimamente suspira. La percibe tan elegante y esplendorosa que no cree haber contemplado nunca a alguien de tanto atractivo. La mira semiescondido detrás de la cruz que porta. Incluso, cuando le da la impresión de que ella le está sonriendo, le lanza un tímido guiño, que trata de borrar al instante, sonrojado por ese atrevimiento que no concuerda con su timidez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario